
Historia de Chile: BiografÃas.
José Miguel Carrera: 1786-1821
El caudillo militar
Hizo sus primeros estudios en el Convictorio Carolino, establecimiento educacional que pronto abandonó, dejando fama de poseer una personalidad vehemente y arrebatada que, unida a su inteligencia y simpatÃa, lo transformó desde joven en lÃder de los grupos con que se relacionaba.
Sus arrebatos lo llevaron a enfrentar, antes de cumplir los 18 años, tres procesos criminales por hechos punibles en que se habÃa involucrado. Aludiendo a su carácter, Vicente Pérez Rosales cuenta que su abuelo, Juan Enrique Rosales, lo llamaba "el loco de José Miguel".
Casado con Mercedes Fontecilla Valdivieso, tuvo cinco hijos: cuatro mujeres y un hombre, José Miguel Carrera Fontecilla, padre del héroe del Combate de la Concepción, capitán Ignacio Carrera Pinto.
Una juventud difÃcil
El carácter de José Miguel y sus correrÃas de todo tipo hicieron que su padre lo enviara a Lima. Allà permaneció en casa de su tÃo materno José MarÃa Verdugo, continuando con sus aventuras hasta que fue reembarcado hacia Chile.
Entonces, su padre lo envió a España en 1806. Instalado en Madrid, al producirse la invasión napoleónica se enroló, con el grado de capitán, en el regimiento de voluntarios de aquella ciudad. Participó en varias acciones militares, sobresaliendo por su actuación en los combates de Ocaña y Talavera (1809). Tras estos fue condecorado y ascendido al grado de sargento mayor, integrándose al Regimiento de Húsares de Galicia tras gozar de un breve descanso en Cádiz (1810).
En esa ciudad conoció a los jóvenes Carlos MarÃa de Alvear y José de San MartÃn, quienes tendrÃan un activo papel en la independencia de Argentina.
Conocedor de los acontecimientos polÃticos ocurridos en Chile, solicitó la correspondiente autorización para regresar a su tierra natal.
Pese a argumentar como motivo la precaria salud de su padre, la petición despertó algunos recelos entre los españoles, pues la participación de Ignacio de la Carrera en la Primera Junta era un hecho conocido. José Miguel fue apresado, pero a los pocos dÃas fue puesto en libertad al no encontrarse entre sus papeles nada comprometedor. En abril de 1811 se embarcó rumbo a ValparaÃso, puerto al que llegó a fines de julio.
Ingresa a la polÃtica
Al momento de su arribo al paÃs, la situación polÃtica era compleja, por cuanto diversos grupos polÃticos se disputaban el control del Primer Congreso Nacional, contrariando las pretensiones de los sectores más radicales. Sus hermanos Juan José y Luis lo pusieron al tanto de los pormenores del proceso que se vivÃa. Aprovechando el prestigio que los rodeaba, asà como también la posición de su familia, José Miguel y sus hermanos dieron un golpe de Estado el 4 de septiembre de 1811. AsÃ, el Congreso quedó bajo el control de quienes aspiraban a la independencia y se constituyó una nueva Junta de Gobierno, afÃn a estas ideas.
Las disputas entre los lÃderes polÃticos y los caudillos militares continuaron, lo que impulsó a José Miguel a dar un segundo golpe el 15 de noviembre de 1811, entregando el poder a una Junta integrada por él, Gaspar MarÃn y Juan MartÃnez de Rosas.
Este último, que se encontraba en Concepción, fue reemplazado temporalmente por Bernardo O--Higgins. Al poco tiempo, MarÃn y O--Higgins renunciaron, y Carrera, dueño de la situación, disolvió el Congreso pretextando una conspiración en su contra.
Las realizaciones
Durante el gobierno de José Miguel Carrera, el proceso independentista adquirió ribetes más radicales.
Se fundó un periódico, la Aurora de Chile, a fin de promover las nuevas ideas polÃticas; se crearon los primeros sÃmbolos patrios; se dictó un Reglamento Constitucional, que determinaba la autonomÃa del gobierno del paÃs, aunque reconocÃa a Fernando VII como Rey.
También, se establecieron relaciones consulares con los Estados Unidos y se echaron las bases para la posterior fundación de la Biblioteca Nacional y del Instituto Nacional, primer centro educativo republicano que hoy lleva su nombre.
La Guerra de la Independencia
Al conocerse la noticia de la invasión de Chile por fuerzas monarquistas provenientes del Perú -reforzadas por contingentes reclutados en Valdivia y Chiloé-, Carrera abandonó la labor polÃtica y se abocó a las actividades militares como Comandante en Jefe del Ejército.
La suerte no le fue propicia y sufrió algunos reveses como el del sitio de Chillán, en agosto 1813. La nueva autoridad polÃtica decidió reemplazarlo, entregando el mando del ejército independentista a Bernardo O--Higgins.
José Miguel y su hermano Luis fueron capturados por los realistas cuando viajaban a Santiago, y mantenidos prisioneros en Chillán, en 1814.
En el intertanto, se habÃa producido la restitución del Rey Fernando VII al trono y el Director Supremo de Chile, Francisco de la Lastra, a instancias del Comodoro inglés James Hillyard, negoció el Tratado de Lircay con las fuerzas realistas. En el pacto se especificó, entre otras medidas, que los prisioneros de guerra serÃan liberados. Sin embargo, esto no se aplicó a los Carrera debido a que el gobierno estimaba que su presencia en Santiago podrÃa acarrear inestabilidad polÃtica.
Los dos hermanos se fugaron de su reclusión en Chillán contando, seguramente, con la complicidad de sus custodios. José Miguel no aceptó los términos del acuerdo y a través de un tercer Golpe de Estado, el 23 de julio de 1814, asumió el poder. Esta actitud provocó una nueva fisura entre los revolucionarios, pues O--Higgins rechazó su proceder y avanzó con sus tropas desde Talca hacia Santiago, enfrentándose ambos bandos en el combate de las Tres Acequias , ocurrido en agosto de 1814.
Lo que ni Carrera ni O--Higgins imaginaban era que el Virrey del Perú, Fernando de Abascal, también rechazaba el tratado y enviaba una fuerza militar al mando del general Mariano Osorio. Tras reorganizar al ejército realista, este derrotó a la división comandada por O--Higgins en Rancagua, en octubre de 1814.
Si bien Carrera planeó permanecer en el paÃs y resistir a toda costa, los hechos lo obligaron -al igual que a la mayorÃa de los independentistas- a trasmontar Los Andes y buscar refugio en la ciudad de Mendoza.
Rivalidad con O--Higgins y exilio
De caracteres muy distintos, Bernardo O--Higgins y José Miguel Carrera protagonizaron una odiosidad que se proyectó durante años y que ha trascendido en el tiempo. Los dos, en definitiva, tenÃan las mismas aspiraciones para el futuro del paÃs, pero divergÃan en cuanto a los métodos a utilizar y al rol que a cada uno le competÃa.
Su antagonismo se acentuó con el cambio en la Comandancia en Jefe del Ejército en 1813 y culminó en octubre de 1814 en Mendoza, donde la discusión acerca de la responsabilidad que les cabrÃa a los Carrera en la derrota de Rancagua, alcanzó su punto más álgido.
La decidida intervención de José de San MartÃn, gobernador de la provincia trasandina -quien, el 30 de octubre de 1814, ordenó la ocupación del cuartel de San AgustÃn donde se concentraban los hombres de Carrera-, puso orden entre las tropas chilenas emigradas.
José Miguel partió a Buenos Aires, donde tampoco encontró buena acogida, por lo que decidió embarcarse hacia Estados Unidos. Tras grandes esfuerzos y contando con la ayuda de Joel Robert Poinsett -quien se habÃa desempeñado como agente consular norteamericano durante su gobierno-, consiguió dinero, compró armas, reclutó oficiales y equipó una pequeña flotilla.
Carrera en la polÃtica argentina
En febrero de 1817, José Miguel Carrera recaló en Buenos Aires, cuando el Ejército Libertador de San MartÃn y O--Higgins ya habÃa iniciado el cruce de Los Andes. Carrera no tenÃa cabida en esos planes y el Director Supremo transandino, Juan MartÃn de Pueyrredón, confiscó las embarcaciones y lo puso en prisión. Al poco tiempo logró huir y se asiló en Montevideo. Allà publicó La Gaceta de un Pueblo del RÃo de la Plata a las Provincias de Sudamérica y fue redactor de El Hurón, arremetiendo contra todos sus enemigos, la Logia Lautarina y los unitarios del RÃo de la Plata.
Desde Buenos Aires se le respondÃa a través de La Gaceta, y desde Santiago, por medio de El Duende.
Traición y Muerte
José Miguel Carrera debió abandonar Montevideo debido a las presiones ejercidas por el gobierno argentino sobre la Corte Real de RÃo de Janeiro -la Banda Oriental, es decir el Uruguay, estaba ocupada por fuerzas portuguesas-, para expulsarlo del territorio.
Comprendió que mientras subsistiera la alianza polÃtica entre los gobiernos de Buenos Aires y Santiago, su causa no podrÃa prosperar. Por ello, decidió alentar las disputas que existÃan entre unitarios y federalistas en las provincias argentinas. Entró en alianza con los caudillos Francisco RamÃrez, de Entre RÃos, y Estanislao López, de Santa Fe. Juntos, planificaron el ataque contra los unitarios obteniendo un gran triunfo en la batalla de la Cañada de Cepeda, el 1 de febrero de 1820.
El dÃa anterior habÃa sido desterrado Pueyrredón y en su reemplazo asumió Manuel de Sarratea, amigo de Carrera, quien se comprometió a ayudarlo para regresar a Chile con el fin de recuperar el poder.
Poco tiempo después, Sarratea fue substituido por Manuel Dorrego, y este por el general MartÃn RodrÃguez quien logró llegar a un entendimiento con López. Carrera quedó prácticamente solo -corrÃa noviembre de1820-, por lo que, junto a un grupo de soldados chilenos que lo acompañaban y varios indÃgenas, se internó en las pampas con la esperanza de poder cruzar la cordillera, hacia Chile. Para ello debÃa atravesar territorios gobernados por caudillos que aspiraban a ganar fama y dinero entregándolo a las autoridades bonaerenses.
El 30 de agosto de 1821 pernoctó en un sitio llamado Punta del Médano, donde fue derrotado por las fuerzas del coronel José Albino Gutiérrez.
Aunque Carrera y algunos sobrevivientes lograron huir, sus propios compañeros terminaron por apresarlo y entregarlo a las autoridades mendocinas. Estas lo sometieron a juicio y lo condenaron a muerte, sentencia que se cumplió cerca del mediodÃa del 4 de septiembre, en la plaza de Mendoza. Carrera recibió la descarga de pie, mientras su mano derecha sostenÃa un pañuelo sobre el corazón.
Fuente: Cristián Guerrero Lira, Fernando RamÃrez Morales e Isabel Torres Dujisin.

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