

Historia de Chile: Otros ArtÃculos.
Británicos y Anglosajones en Chile durante el siglo XIX.

Los ingleses, galeses, escoceses e irlandeses llegaron a ser más de 20.000 en el apogeo del puerto de ValparaÃso y habÃa un millar más repartido por el resto del paÃs, principalmente durante la bonanza del salitre a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La influencia de la colonia británica es decisiva para entender el auge y la caÃda del puerto principal.
A principios del siglo XIX, ValparaÃso era poco más que una caleta, sin embargo a lo largo de las primeras décadas desde la Independencia se empiezan a establecer comerciantes británicos. Después de la derrota de la Confederación Perú-Boliviana, ValparaÃso se consolida como el puerto más importante del Océano PacÃfico desde 1840 y en 1845, Chile se transforma en uno de los principales proveedores de vÃveres para California durante la "fiebre del oro". Es en esta época en que los inmigrantes británicos aumentan explosivamente. Hacia 1870 el crecimiento del puerto era tal que se acerca al tamaño de Santiago y goza además de muchos más adelantos por ser una ruta obligada a California por los barcos de Estados Unidos y Australia por los británicos. Hacia 1890, ValparaÃso llegaba a los 190 mil habitantes de los cuales 10 mil eran ingleses y otros 25 mil de diversas naciones europeas.
Con la apertura del canal de Panamá y el canal de Suez, se acaba la prosperidad de ValparaÃso, por lo que muchos comerciantes ingleses se trasladaron o a Santiago, Australia o Nueva Zelanda, como es el caso de Chris Watson.
La colonia inglesa además tuvo gran importancia en la zona norte del paÃs durante el auge salitrero, en los puertos de Iquique y Pisagua. John Thomas North, el "rey del salitre", fue el principal empresario de la minerÃa de los nitratos, pero al igual que con ValparaÃso, muchos abandonaron el paÃs con el fin de la riqueza salitrera, durante los años 1930.
En la Zona Sur y Austral También llegaron inmigrantes Británicos, en La AraucanÃa en la primera Colonización para poblar esta zona (1883 – 1901), llegaron más de 2.500, los que se radicaron en la zona Centro de la Región de La AraucanÃa (Temuco, Carahue, Galvarino), En Magallanes, fueron los galeses los más numerosos, aunque varios grupos de escoceses, ingleses e irlandeses también se radicaron en Magallanes. Chiloé recibió cerca de 500 británicos, a los que se les concedió tierras en el norte de aquella isla, pero la mayorÃa se marchó al poco tiempo hacia otros lugares del paÃs.
Actualmente la colonia en Chile está muy disgregada en el territorio, pero muchos han logrado llegar a lo alto de la escala social junto a los vasco-chilenos. Los descendientes de británicos poseen diversos colegios y clubes exclusivos. Personajes como Patricio Aylwin, JoaquÃn Edwards Bello, Carlos Condell, Juan Williams Rebolledo, Patricio Lynch, BenjamÃn Vicuña Mackenna, Bernardo Leighton, Enrique Mac Iver y Bernardo O'Higgins destacan como algunos de los principales descendientes de las colonias británica e irlandesa en el paÃs.
La burguesÃa británica que llegó a ValparaÃso vio en su nuevo domicilio una oportunidad para hacer riquezas sin perder sus tradiciones. Los barrios de la colonia eran una réplica de su tierra natal; se trajeron sus cigarros, sus ropas, el té; practicaron sus deportes y siguieron siendo lobos de mar, esta vez desde la Marina chilena. No, para ellos no era ValparaÃso de Chile, sino el Valparéiso de Gran Bretaña.
Apenas el Puerto abrió sus costas al libre comercio en 1811, recién alcanzada la Independencia chilena, los ingleses –que antes ofrecÃan sus contrabandos- comenzaron a atracar en ValparaÃso. Los primeros en llegar fueron los hermanos John y Joseph Crosbies en el bergantÃn Fly. TraÃan consigo herramientas, artÃculos de loza, lana y algodón, con instrucción de devolverse con cáñamo y cobre. Fue el primer intercambio de lo que serÃa una arraigada relación comercial entre Gran Bretaña y Chile.
Hasta 1814 de los ocho buques extranjeros que fondearon en el Puerto, cinco eran británicos. La reconquista española frenó este movimiento, pero en 1819 ya se veÃan algunos carteles en inglés coronando las tiendas de las calles comerciales.
Son numerosos los testimonios de visitantes asombrados por el predominio de la cultura anglosajona en el Puerto. Para Gilbert Farquhar Mathison, quien estuvo aquà en 1822, si no fuera por el diminuto y mÃsero aspecto del lugar, un extranjero hubiera quizás imaginado que acababa de llegar a una posesión inglesa. En efecto el Cerro Alegre –más bien Merry Hill- era una especie de ghetto británico. Sus casas de madera, la mayorÃa de dos pisos, de impecables colores sobrios y sus jardines ornamentales, se diferenciaban de las quintas del barrio El Almendral, donde se acostumbraba tener chacras en vez de flores. En 1832, diez años después de haberse poblado el Cerro Alegre, uno de los ingleses más poderosos de ValparaÃso, Joshua Waddington, lotea y pone a la venta una de sus propiedades, el Cerro Concepción, que serÃa habitado por ingleses y alemanes. En 1854 los británicos construirÃan allà la Iglesia Anglicana de Saint Paul, que hasta hoy atesora el órgano policromado donado en honor a la reina Victoria en 1901. Desde las alturas de los cerros la burguesÃa británica podÃa mirar las calles del plan donde tenÃa sus negocios. Una de las tiendas más antiguas y exitosas fue la Casa de Londres fundada por Antonio Gibbs en 1826. Lo cierto es que los ingleses controlaron el comercio, las industrias y la actividad financiera de ValparaÃso durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. En 1917 formaron su propia Cámara de Comercio, agrupando a las compañÃas y bancos de origen anglosajón. Prueba de este esplendor fue el edificio el Banco de Londres en calle Prat, que estaba decorado con bronces y mármoles importados desde Inglaterra. El Banco A. Edwards, que existe hasta hoy, partió como una agencia financiera en 1845, gracias a AgustÃn Edwards Ossandón, chileno de ascendencia británica. Y el Banco Anglo - Sudamericano, creado en 1889, manejaba las cuantiosas cuentas que daba el salitre. En la calle Prat se respiraba el rigor de las casas financieras. Algunas de sus fachadas siguen siendo testimonio de la opulencia de aquellos tiempos.
En las calles se escuchaba el inglés; las rubias señoras iban a la Casa Riddell a comprar sus trajes de seda traÃdos de Inglaterra, luego pasaban a la Botica Londres por sus cremas y antes de guardarse en el hogar, pasaban a la Casa Loutit en calle Condell donde adquirÃan sus revistas inglesas preferidas. Una vez en casa se procedÃa a tomar el té. Los ingleses de paso por el Puerto sufrÃan cuando eran invitados por los criollos, quienes les ofrecÃan yerba mate. La idea de compartir la bombilla del único recipiente de la infusión con los demás asistentes les estremecÃa. La sociedad porteña captó aquel desaire y decidió adoptar la tradición británica. Tomar mate pasó a ser signo de mala educación y de falta de higiene. Incluso el diario El Mercurio publicó un artÃculo en 1846 a favor del té, donde recalcaba que cuando se toma mate, la primera en probarlo debÃa ser la más anciana de la reunión, que no siempre es poseedora de la boca más pura.
Los ingleses, añorando su tierra natal, en 1842 fundaron el Union Club. Allà se distraÃan en la biblioteca leyendo el South Pacific Mail, periódico que circulaba todos los jueves desde 1909 o fumando cigarros Capstan y West Minster Turkish en la cantina; disfrutando de una reunión social en las salas de sesiones o jugando billar.
Los niños de las familias inglesas iban a colegios fundados por sus compatriotas, siendo el más antiguo el Mackay School 1857 - con profesores británicos de la talla de Thomas Sommerscales, el gran pintor que se radicó en ValparaÃso. El internado estaba en el Cerro Alegre y las salas de clases en la calle Santa Isabel. Además de la excelencia académica, se les inculcaba a los jóvenes el culto por el deporte: tenis, cricket, golf, rugby, hockey y por supuesto football, que se hizo muy popular entre los porteños. En 1892 se forma el Club de Deportes Santiago Wanderers, el más antiguo de Chile aún en actividad, fundado por chilenos bajo la influencia británica; en 1895 nace el ValparaÃso Wanderers, formado sólo por ingleses.
Otra de las costumbres heredadas de los ingleses fueron las carreras de caballo a la inglesa que se hacÃan en Placilla, formándose en 1865 la asociación ValparaÃso Spring Meeting. La forma de jugar podÃa ser europea, pero luego se celebraba a la chilena con fiestas campestres, comida tÃpica local y mucho alcohol. En una oportunidad el caballo chileno Huemul le ganó al británico Kentucky y el periódico El Progreso publicó burlesco: Muchos de los más respetables ingleses de este puerto están fuertemente atacados de spleen, tremenda enfermedad de que adolecen sólo los hijos de la nebulosa Inglaterra.
Pero no sólo nuevos juegos enseñaron los ingleses. Conocidos como los amos del mar, fueron los maestros de las Fuerzas Navales de Chile. En 1818, cuando Manuel Blanco Encalada era Comandante General de la Armada, la mayorÃa de sus principales oficiales fueron ingleses. Ese mismo año llega a ValparaÃso Lord Cochrane, descendiente de una estirpe de ilustres marinos ingleses. En 1819 ya estaba al mando de la Escuadra Chilena, imponiendo el implacable deber por el deber de los británicos. Bajo su mandato los comandantes de buques fueron todos ingleses, menos un norteamericano. Estos formarÃan familia con chilenas, dando inicio a un linaje de hombres de mar. Es el caso de Robert Simpson, quien llegó al Puerto en 1821 como teniente y que alcanzó el grado máximo de Vice - almirante; sus hijos también fueron oficiales en la Marina.
El gobierno chileno mandaba a hacer sus grandes navÃos, instrumentos de guerra y demases a Inglaterra. La empresa Morrison and Co., asentada en ValparaÃso, tenÃa la representación del astillero británico Armstrong, conocido por su calidad. En 1910 el gobierno de Ramón Barros Luco encargó la construcción de los acorazados Latorre y Cochrane. Incluso el uniforme de los oficiales hasta el siglo XIX era igual al de los británicos, excepto que en vez de un ojo de gallo tenÃa la estrella nacional.La colonia británica e irlandesa según datos de la misma colonia y la embajada británica aproximadamente serian más de 700 mil descendientes.
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Fuente: Profesor de Estado Jorge Sanhueza Aviléz.

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